César Gutiérrez

El decrecimiento sostenido de la economía es ya una tendencia, y los agentes económicos lo asumen con una pasividad suprema, la consigna es: “con tal que no tomen decisiones dañinas hay que dejarlos ser”. El trauma de la gestión de Pedro Castillo, que discurseó sobre nacionalizaciones, incremento de impuestos a las industrias extractivas y alineamiento internacional con el llamado socialismo del siglo XXI, los ha llevado a la timorata posición actual.

Con dos mes de modestísimo crecimiento que no llegó al 0.5%, seis meses de caída que dan un acumulado al mes de agosto de -0.58% del PBI, y un pronóstico del BCRP, que la inversión privada decrecerá este año en -5.3% del PBI; es evidente que estamos ante un manejo deficiente del Ministerio de Economía y Finanzas, por parte de su titular Alex Contreras.

El principal problema del ministro es que no genera confianza, no me estoy refiriendo a que se espere que imponga alguna medida traumática, sino que sus anuncios son tomados con escepticismo. A eso se suma su total falta de liderazgo en una cartera desde donde siempre se marcó la pauta del manejo del país en concordancia con la línea política. Esto lo podemos ver en su nula influencia en los diversos ministerios.

En Vivienda, se ve inmovilismo en la promoción de la inversión, el caso Marka Group los tiene aterrorizados; en Transportes y Comunicaciones, el Ministro Pérez Reyes, conocedor de larga data del manejo del Estado, siempre ha mostrado que es de los que no toman riesgos; en el sector Salud, la preocupación se incrementa, dos ministros y cuatro presidentes ejecutivos de EsSalud, en 10 meses, no genera esperanza. Desde un MEF proactivo ya se hubiese exigido relevos y designación de funcionarios idóneos.

La situación es más que complicada en Energía y Minas, el ministro Oscar Vera y sus satélites en Petroperu y en Perupetro, han impuesto su agenda estatista al gobierno, a la cual el ministro Contreras se ha sometido. No solo no dan resultados, sino que sus señales son contrarias a la inversión y en el colmo de la desvergüenza le pasan la cuenta al tesoro público.

En los gremios empresariales se necesita dirigentes cuestionadores de las laxitudes gubernamentales, que están generando graves daños a la sociedad.