La semana pasada en sectores proclives al estatismo en nuestro país, se tomó con entusiasmo el anuncio del gobierno de Emmanuel Macron de la intervención estatal en el sector electricidad, gas y petróleo francés, a nombre de la soberanía energética, en la proximidad del invierno en el hemisferio norte y en el contexto de la guerra entre Rusia y Ucrania, donde la dependencia europea de los energéticos rusos es altísima, tanto en gas por ductos y licuado (LNG), petróleo crudo, combustibles y carbón.

Lo primero que ha sido resaltado es la intención gubernamental de tomar el 100% del accionariado de la eléctrica EDF, donde ya cuenta con el 84% de propiedad. Dos razones que no se mencionan: la necesidad de inversión para reactivar reactores nucleares, considerados ahora en la Unión Europea como energía de transición hacia las renovables; y el alto endeudamiento que asciende a 43,000 millones de euros. Sin la intervención del Estado, el desplome en la Bolsa de Valores de París llevaría a una depreciación sin precedentes, ante la delicada situación que vive ya se había puesto al debate deslistarla en Bolsa.

En un segundo plano quedó la noticia sobre la presión estatal ante las empresas de almacenamiento de LNG: Storengy (subsidiaria de Engie, donde el Estado tiene 24% de participación), y Térega. Es obvio que no hay lugar para especulaciones de carácter económico y financiera en mantener niveles de stock, el otoño e invierno requerirán uso intensivo de gas natural; de allí la exigencia gubernamental.

Si bien es cierto que en Francia hay una predisposición al proteccionismo a las empresas nacionales, un caso típico se presentó en junio del 2014, ante el intento de la americana General Electric de controlar la línea de producción de reactores nucleares de la francesa Alstom, que devino en compra de acciones con recursos de GDF (hoy Engie); ahora se trata de una situación de emergencia.

Sobre soberanía energética vale la pena hacer una ligera reflexión con cargo a mayor desarrollo, el Estado debe tener herramientas para el manejo no solo para garantizar el suministro, sino para evitar la especulación de precios, aún, cuando éstos se manejen por reglas de mercado. Tenemos mucho que aprender deponiendo los apasionamientos.