Los hechos políticos que se vienen viviendo en Latinoamérica en los últimos tres meses replantean el tablero político y económico de la región. Las protestas en Chile que no cesan, han puesto al presidente Sebastián Piñera, en calidad de inquilino precario del Palacio de la Moneda. De otro lado, en Colombia, el mandatario Iván Duque, que acaba de soportar una andanada de protestas en el contexto de un paro nacional, también tiene que ir pensando que su permanencia en la Casa de Nariño, no está garantizada hasta agosto del 2022, como se pensaba inicialmente. 

Tanto Piñera como Duque, aún no llegan al segundo año de mandato, y el activismo en su defensa del régimen económico de apertura comercial y de inversiones, así como el de producir la caída del régimen de Nicolás Maduro; tendrá que pasar a segundo plano, para dedicarse a garantizar su permanencia.

La Alianza del Pacífico (AP) y el Grupo de Lima (GL), a sus 8 y 2 años de haberse formado, respectivamente, pierden a dos promotores importantes. El leitmotiv, de la AP era comercial, dada las afinidades de modelo económico adoptado por los países miembros; mientras que el GL era una apuesta política por la salida de Maduro y su reemplazo por Juan Guaidó.

Pero no solo eso es lo que hay en el horizonte para las dos organizaciones. Ambos grupos, han perdido a México como aliado, desde la asunción de López Obrador a la presidencia que ha apostado por una mayor participación estatal en la economía y por un respaldo explícito al Socialismo del Siglo XXI, no solo respaldando al régimen venezolano, sino dando asilo a Evo Morales.

El nuevo gobierno que está por iniciarse en Argentina, con la dupla Alberto y Cristina Fernández, serán una baja más en el Grupo de Lima, su vocación chavista es clara.

En este contexto el Perú se queda huérfano en la correlación de fuerzas políticas en Latinoamérica, por causas ajenas, a lo que se suma las propias, por la errática política exterior del gobierno de Martín Vizcarra. Se negó en la OEA a votar en contra de Venezuela y fue ambivalente en el tránsito de Evo Morales, hacia su exilio en México. Lo que le queda es hacer un manejo prolijo en la economía a pesar del debilitamiento de las alianzas comerciales con las que contábamos.