Escudriñando las señales de desgobierno humalista
Dos imágenes del país marca Perú se proyectan al mundo, dependiendo del interés que manejan los llamados analistas, que a la vez practican el oficio de voceros circunspectos para la prensa de papel color salmón.
Por un lado están los que andan a la caza de inversionistas, que se informan por diarios, revistas y publicaciones promocionales de la agencia Proinversión, crédulos ellos de la objetividad de lo afirmado; que pagan consultorías para ingresar al mercado y “sucess fee”, de cuantía significativa, si es que llegan a instalarse en territorio peruano, pensando que los logros están a la vuelta de la esquina, situación que en la mayor cantidad de veces no se condice con la realidad.
De otro lado están los que promocionan la visión de sostenibilidad de negocios en el largo plazo de industrias extractivas, cuya opinión está en la antípoda de los otros, pues toman muy en cuenta las oposiciones de grupos sociales, que ponen en jaque al gobierno. Su recomendación es exigirle al poder ejecutivo el ejercicio de la autoridad, con lo que la lluvia de millones de los inversores vendrá a nuestras costas y nos llevará al paraíso.
Ninguna de las dos versiones se ajusta exactamente a la realidad. No hay negocios en el Perú que se puedan hacer rápidamente. El nivel de ineficiencia gubernamental en lo que se refiere a la obtención de permisos, la realización de concursos estatales con postergaciones reiterativas y un mercado complicado en precios por una alta competencia, mucha de ella desleal, son para hacer correr a muchos en cortísimo plazo. Las posibilidades de un reformismo gubernamental que haga que la burocracia funcione con la precisión de un reloj suizo, no existe. La razón es que estamos ante un gobierno de incompetencia excelsa, con mucho anuncio mediático; si usamos la jerga de los empresarios avícolas, diríamos: “muy cacareadoras pero no son ponedoras”.
En cuanto a los que están en el rubro de industrias extractivas, sienten que el estado no les ofrece seguridad para desarrollar sus actividades. Se preocupan por las protestas que no permiten hacer que la inversión de Tía María, a la mexicana Southern, en la costa sur; también por el avance nulo en el proyecto Conga, de la norteamericana Newmont, en la región Cajamarca; por las tribulaciones de la colombiana Savia que por el tendido de un ducto para gas, ha tenido serios enfrentamientos en la costa norte; por el retroceso en la normatividad de los mineros ilegales que inundan el país y por el recientemente ocurrido con la multinacional Xstrata en la provincia de Espinar, en la región Cusco.
Como las empresas del sector extractivo son las que mayores recursos poseen y la mayoría de ellas cotizan internacionalmente en bolsas diversas, tienen voceros locales e internacionales. Los locales enfilan sus críticas por una supuesta falta de operadores políticos, ofreciéndose no tan veladamente ellos para que los llamen para tal fin y los internacionales al alimón con los locales, alientan a la pareja gobernante para haga uso de la fuerza a la vez que envíe a la cárcel a los discrepantes altisonantes. Dos mensajes llenos de voluntarismo y sin raciocinio alguno, que vale la pena escudriñar.
Lo de los operadores políticos, hay que entenderlo en su verdadera dimensión, distingo tres tipos: el primero, los que prometen aglutinar correlación de fuerzas en el Congreso para legislar en determinado sentido. El segundo es el mediático político, que ofrece generar corriente de opinión favorable con el sesgo requerido. En ambos casos los hay en abundancia, aunque sobran los dedos de una mano para contar los que garantizan resultados de acuerdo a lo esperado. El tercer tipo, son los más escasos, especie en extensión diría y los pocos que sobreviven tienen impacto selectivo, me refiero a los que pueden movilizar masas para defender una posición. Casi todos, por no decir todos vienen de las canteras apristas y el de más alcance pues mueve diversos sectores no partidarizados, es el ex – ministro fujimorista, Absalón Vásquez, que acaba de demostrar su vigencia con la movilización nada desdeñable que ha hecho en Cajamarca a favor del proyecto Conga.
Pero el problema del gobierno, no es la falta de operadores, que hay de los tres tipos en demasía, están en vitrina y brindan su servicio delivery a nivel nacional a quien lo solicita, como dicen en el argot de la prensa; “a favor o en contra”; sino la felonía de haber predicado radicalismo de izquierda para luego practicarlo pero con la derecha, eso es irreconciliable con los peruanos que votaron por lo que llamaron la gran transformación, que no ha ocurrido ni ocurrirá. Mi pronóstico es que la situación se va agravar.
Sobre la mano dura exigida y celebrada por la derecha, va ser contraproducente, no se puede imponer por la fuerza lo que los pobladores, ojo no solo los promotores radicales, rechaza, el hecho objetivo es la votación del 30% nacional y que en la macrorregión sur llegó a más del 50%, en primera vuelta de la elección presidencial.
La salida que tiene el gobierno es dejar de lado la agenda impuesta por los empresarios del tajo abierto y el socavón, así como las megainversiones que las puede empezar pero no inaugurará, como el gasoducto sur y la refinería de Talara y apuntar al desarrollo de proyectos más pequeños donde pueda romper botella de champagne en el corto plazo, de lo contrario vamos acelerada e inexorablemente al descalabro social, que desmejorará las buenas cifras económicas exhibidas.