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Reformateo ante desconfiguración humalista

El paso adelante dado la semana que termina por Ollanta Humala, constituye una conversión política, del contestatario de hace menos un año, a un entusiasmado militante de las sedas proempresariales, para ser precisos y no caer en la discusión de su ubicación en el espectro doctrinario. Haciendo una analogía con la informática, se ha desconfigurado y reformateado con software de nueva versión.

Un cruce de vereda tan audaz, solo puede darse en alguien que no tenía mayores convicciones en su prédica, sino una gran aspiración por llegar al poder. Quedaba la duda cuando presentó su hoja de ruta para la segunda vuelta reciente, si era simplemente discurso para ceñirse la banda presidencial o promesa real. La gente no creyente en los cambios radicales, pero que no quería a Keiko Fujimori, abrigaba la esperanza que la perorata renovada, pudiese ser honrada. Mientras que la base social de apoyo primigenio, la antisistema, estaba convencida, que era el señuelo que se necesitaba para llegar y que se produjese el gran cambio prometido, entendido como tirar al traste la práctica neoliberal de 21 años de vigencia en tierras peruanas. Ganaron los primeros, que representaban el pensar de los dos tercios del electorado. El tercio que lo encumbró en política, ha quedado desairado. En crudas palabras, la felonía total hacia estas minorías.

En el terreno del pragmatismo puro y de la consecuencia con los que votaron para llevarlo a la Casa de Pizarro, ha hecho lo que correspondía, más allá de preferencias por derechas o izquierdas. No tenía alternativa, había llegado al límite y tenía que decidir para seguir gobernando e intentar la satisfacción ciudadana. No haberlo hecho, hubiera significado estancamiento o el ostracismo mundial, alejado de la esquiva oferta de inversiones.

Lo dicho no significa que Humala se convierte en estadista o que tenga liderazgo, es simple y llanamente conveniencia pura. Ahora corresponde manejarse teniendo como opositores a los antiguos aliados y de estos a los otrora enemigos. No será nada fácil llevar un gobierno en este contexto, pues la mayoría que lo apoya, no tiene la movilización social de la minoría. Lo único que no podrá fallarle es el crecimiento económico, que le ha dado sensación de bienestar económico a los que hoy se han convertido en adherentes, si esto deja de ser así, las únicas salidas que tendrá, estarán por las fronteras o el aeropuerto internacional.